Las nuevas tecnologías han afectado a casi todos los negocios de forma tan profunda que ya casi no se les reconoce.

Especialmente lo identificaréis en la difusión de contenidos, en los soportes en los que tradicionalmente se expresan las ideas: la música, el cine, la televisión, los periódicos, los libros, las revistas, los blogs, los webs, la educación…  y ahora a la política ¿Pero y mañana?

La tecnología de la información ha facilitado durante estos años exitosos sistemas para «democratizar» la tendencia, la opinión, decisiones tomadas por mayorías, maduración rápida de proyectos colaborativos, así como generar  torrentes de creatividad colocándonos a un click de una idea útil parida por otro usuario, casi sin querer.

Ahora ya no, como veremos, pero hasta hace no mucho estos sistemas tenían orígenes casi inmaculados y moderadores adictos a la tecno-ética. Nada era tampoco perfecto, pero los grupos de discusión, foros y listas de correo, consumían recursos escasos y caros que había que vigilar.

Google llegó a indexar los News Group

Google llegó a indexar los News Group ¿Recuerdas?

Si alguien nos dejaba usarlo de forma gratuita, había que hacerlo bien. Siguiendo unos códigos de comportamiento que defendía a capa y espada (literalmente) los administradores de la iniciativa. La tecnología junto con usuarios respetuosos los unos con los otros, han generado un acervo digital de contenidos casi inabarcable. Contenido «autoestructurado», clasificado por los propios usuarios y valorado también por los consumidores. Si sacabas los pies del plato tecnológicamente, podías no volver a participar del grupo .

Ahora, la misma tecnología que tiene el poder de democratizar, también sirve para esclavizarnos ideológicamente. Ese lumbreras tenaz que antes sólo convencía de sus paranoias a los colegas del bar, ahora tiene las herramientas para convencer a multitudes.  Barato. Recursos casi ilimitados.  Nadie vigila lo que sobra y nadie se hace responsable. Igual de gratis que hablar en un corrillo, pero millones de personas pueden ser alcanzadas por alguno de los mensajes.

¿Habéis estado alguna vez en una reunión de la comunidad de vecinos? ¿El que más habla (el lumbreras tenaz) es el que siempre tiene razón o sólo es el que finalmente se lleva la razón con él?  La mayoría callada se divide entre los que pensamos «si yo hablara» y los que piensan «la siguiente vez no vengo».

Solo de vez en cuando aparece en esas reuniones un persona normal, razonable, que ya no se queda pasiva, habla con sentido y la mayoría le da la razón. Luego le da la presidencia de la comunidad, luego le critican durante todo el año mientras le molestan a todas horas con tonterías, para finalmente alegrarse cuando el lumbreras tenaz de antes le pone en un brete en la siguiente reunión. Se lo merecía por querer tener la razón más de una vez, mejor una lección de humildad a que se crea que es infalible. Pero si hay que elegir nuevo presidente, votamos al razonable. Es que…. al lumbreras ya le conocemos también de fuera de la reuniones.

Es indudable que hoy día hay más profesores universitarios que antes. Antes era más complicado, pero apuesto a que hoy habrá una proporción parecida de tontos entre los profesores universitarios que entre las otras profesiones. Digo tontos, no digo analfabetos o intelectuales.

Autohundimiento del Maine

Autohundimiento del Maine

Lamentablemente igual que la antigua,  la política moderna es también una historia de la manipulación. De las técnicas para crear opinión e interpretar la opinión antes que los demás. Desde el debate de Nixon y Kennedy, el auto-hundimiento del Maine en Cuba, la solución final Nazi, Crimea, las armas de destrucción masiva de Iraq… Qué corbata ponerse, cómo hablar, cómo no responder preguntas comprometidas, como aparentar que se sabe de todo. Generar confianza, transmitir sinceridad. Cosas que una persona íntegra no necesita aprender, pero que un mentiroso metódico ejecuta mucho mejor.

Las tres ventajas con la que contamos en la democracia moderna son: (1) Hasta nosotros nos podemos presentar,  (2) podemos decir casi lo que nos de la gana y (3) votamos sin dar explicaciones a nadie. Y esas tres cosas son un gran poder.

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«Un gran poder conlleva una gran responsabilidad»

 

Cuando algo en lo que ponemos ilusión nos va muy mal, lo fácil es echar las culpas a los demás.

Cuando algo en lo que ponemos ilusión nos va muy bien, tenemos la tentación de creer que teníamos razón al hacerlo.

Las dos coas son falsas. Ni la culpa de nuestros errores siempre es de los demás (Eso lo sospechabas seguro), ni siempre es nuestro mérito que algo nos salga bien. Ni siquiera podemos asegurar que nuestro acierto no sea fruto de una cadena de errores, o que estemos felices ahora pero a tan sólo un minuto de darnos cuenta de que realmente estábamos en un error.

Cómo simple divertimento, hemos jugado con la insultante previsibilidad de Eurovisión para colarles al Chikilicuatre. Yo me reí más que nadie. Lo votamos. Salió. Nos reímos, y a seguir la vida con normalidad. ¿Fue espontáneo?  Pues no. Seguro que una parte fue improvisada, como todos los buenos productos que surgen de algo creativo, pero no fue espontáneo.

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Chikilicuatre a Eurovisión demostrando el poder la gente organizada gracias a la tecnología

Obviemos fenómenos como la Chiocholina italiana, o Jesús Gil o Ruiz Mateos aquí (sálvese la diferencia), que aunque tienen mucha tela que cortar sobre lo que estoy tratando de contar, los ejemplos me traicionarían en algo por la complejidad de la situación en la que emergieron como fenómeno político.

Me gusta más «Gran Hermano», como ejemplo digo. ¿Te gusta Gran Hermano? Ahora es un producto minusvalorado por todo el que se cree con criterio televisivo, aunque sigue teniendo una legión de seguidores. Pero en su primera edición, reconozcámoslo, lo veía toda España. Fue un juego de la vida en directo sometido a votaciones crueles. En las primeras ediciones, recordad las llamadas, los SMS. Los pueblos organizándose como en «Operación Triunfo» para votar por el suyo. Plataformas de envíos de SMS automatizando las votaciones. Tuvieron que montar sistemas de seguridad para que la misma tecnología que permitía nuestra libertad de interactuar, no fuera a desnaturalizar lo valioso del producto.

Operación triunfo

Operación triunfo

Pues fenómenos como el 15M, los indignados, las primaveras árabes tienen un origen aparentemente puro, pero son tan importantes, potencialmente influyentes y están tan cargados de poder, que si Gandhi viviera lo echarían por callado.

Los politólogos no son ideólogos. Son tecnócratas de la comunicación y de la organización política. No todos, por supuesto. Los que se dedican a investigar serán investigadores, pero los que se dedican a la política son críticos de cine haciendo de directores. ¿Conocéis a algún buen crítico de cine que sea un buen director? Pero son los que mas entienden y mejor se explican.

Los miles de inocentes seguidores que creen que están en sintonía con sus ideas, sólo han escuchado una canción de una cara del disco. Les gusta. Lo bailan. Se aplauden entre ellos como si supieran bailar. Las canciones de los demás les parecen casposas y ritmos ya vistos. Es una «operación triunfo» en la que nos sentimos del pueblo de los ganadores y trucamos nuestro criterio para aumentar la diferencia.

Los españoles somos tontos del culo si pensamos que una élite del pensamiento moderno se puede reunir casualmente alrededor de un departamento de una Facultad de Ciencias políticas.  Hoy no es la época de la Residencia de Estudiantes o similares instituciones, que eran de por si una élite intelectual en base a la «tecnología disponible» de la época: Libros, revistas y viajes en autobús, tren o barco

Hoy día sólo se entendería como una endogamia intelectual que estén juntos, hasta tocarse día a día, los líderes de un partido nacional. La tecnología de hoy día: Móvil, Internet, televisión vía satélite y viajes en avión, hace que sea inexplicable que la distribución «normal» de intelectuales no sea la mayor posible. Por todo el país, por todo el mundo. Excepto, excepto, que sea un directorio de control. Cómo no son aparentemente ni la iglesia de Roma, ni los masones, ni de los Skull&Bones de la Universidad de Yale, pues sin complejos. Pero no está menos equivocado el que se equivoca  por primera vez.

Yo he visto discutir a  comunistas, ecologistas militantes, anarquistas, indignados y algunos de perfil difuso pero peleones. No piensan igual. No hay pensamiento desarrollado.  No al menos en cosas que los diferencien de posicione más conservadoras. Sólo hay ideas globales comunes bien intencionadas, que cuando se baja al «cómo lo hacemos» generan silencios o discusiones, pero casi nunca acuerdos.

Los «Lumbreras tenaces» de varias ideologías están a punto de legitimar el esfuerzo de toda una vida, con la ilusión de finalmente tener razón. Los callados reflexivos los miran con cierto regusto, viendo como sufre el actual Presidente de la comunidad que además se traga todos los marrones, pero es el único que trabaja.

Millones de votantes, organizados desde un directorio gracias a las nuevas tecnologías, tienen la oportunidad de votar al Chikilicuatre para Presidente. Pero después no podrán seguir con su vida como si tal cosa. Un «lumbrera tenaz» al que le salen bien las cosas tiene una autoestima inabarcable que amenaza seguro nuestras libertadas.  Imagina un grupo de «lumbreras tenaces» organizado. Con acceso ilimitado a la tecnología de la información.

La corrupción es un asco y ya están tardando en irse para su casa o la cárcel los que están pringados. Vivir en un país como la España actual es todo un privilegio. Nos permitimos el lujo de tener profesores de Universidad en la política, cuando son los políticos los que deberían ir a la Universidad a compartir sus experiencias.

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Nos quedamos tan tranquilos cuando se nos dice que los modelos eran los bolivarianos pero que ahora son los países del norte de Europa. ¿Somos imbéciles? ¿Qué tienen que ver? La tradición bolivariana, o de izquierda populista, del norte de Europa… Pero durante los últimos 25 años, en cada estadística que ha salido  siempre hemos pensado que lo mejor es como lo hacen los Suecos, los Noruegos, los Finlandeses… así que eso es lo que nos quieren colar ahora. Han identificado la tendencia y usan sus técnicas para vendernos la burra. Ya he discutido con algún conocido sobre este mantra nórdico nuevo.

Hace varios siglos que los países no son verdaderamente autónomos, dependiendo las economías de unos de las de otros.  Supongo que desde que existe la moneda, el oro y la guerra. La verdadera independencia de los «anhelados» países nórdicos está en su economía auto-sostenible. No gastar más de lo que se ingresa para no deberle dinero a otros ¿Qué tiene que ver eso con Podemos o similares?

El Fondo Monetario Internacional, La Banca, la Bolsa y los mercados, son «eufemismos» de nuestro afán de consumo. Ojalá no le debiéramos dinero a nadie, pero quizás cree Pablo Iglesias que el móvil «Smart phone»que tiene para mandar los tuits, nos lo van a enviar a España desde China, a cambio de la cosecha de remolacha del año que viene, si viene bueno.

He leído que el Circulo de Podemos de Alcalá de Guadaíra participa de una especie de «comité auditor de la deuda», que decide que deuda es aceptable y cual abusiva. Me da igual el origen de la deuda, que unos fulanos decidan por mí en lugar de un Juez me parece terrorífico.

Cuando Errejón y Monedero se fabriquen la suela de las deportivas con fundas de móviles… nos creeremos algo.

Cuando le presten dinero suyo particular (No mío ni nuestro) a nuevas empresas y dejen a un comité decidir si se lo devuelven o no, también me creeré algo.

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En desafío al Imperio británico, Mohandas K. Gandhi (1869-1948) teje el algodón indio, rompiendo así el monopolio que ejerce la Corona.

 

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