Después de el inverosímil debate entre Margallo y Junqueras, y de conocer que el principal argumento de los independentistas catalanes para evitar la intranquilidad del «vacío» legal es que sus ciudadanos «neo-catalanes» conservarán la nacionalidad española, me queda poco espacio para la esperanza. Aquí me explico.
Empieza a haber gente y empresas que se están mojando, pero la mayoría no se moja. Se ve que existe una razonable sospecha de que esto es imparable, y todos quieren poder ir a comprar el pan al día siguiente sin que les llamen traidores, o sin que les recuerden durante años que ellos eran «españolistas» y que ahora son extranjeros en su tierra.
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